miércoles, 4 de mayo de 2011

La claridad es el barniz de los maestros

      La claridad, la reivindicación de la voz, de la oralidad de la poesía con la que Isabel Escudero presentó los poemas de su obra "Gorrión, migajas..." hicieron de esta segunda sesión de las "XIII Jornadas de Poesía en Español" una de las mejores opciones para esta tarde de Mayo.
      La casa de los Periodistas se llenó de trinos, de gorjeos y de versos, de una poesía diferente,  lejana a la oscuridad que a otros escritores alimenta. Una lástima que faltase la persona que suele colaborar en la presentación de los poemas de este libro, y que añade, con la presencia del canto de los pájaros, el acompañamiento perfecto para un acto como el que hemos visto y claro está... oído.
     
      Herido
      el pájaro,
      el cielo
      intacto.

      Gravedad del revés
      en lo hondo del cielo,
      dejarse caer.

      Se escapó el pájaro
      por el roto
      que abrió su canto.


domingo, 1 de mayo de 2011

Maridaje

      Quizá por su coincidencia con el Sabado Santo, este día del libro ha resultado aun más insulso de lo habitual, no ha tenido lugar ni la habitual lectura del Quijote, por lo demás cada año más decafeinada.

      Sólo un acto ha santificado literariamente esta jornada, ha tenido lugar en el Hotel F y G, y ha sido una cita muy agradable en la que hemos realizado una cata vertical de los reservas de bodegas Altanza y en la que Miguel Angel Muro ha ido intercalando la lectura y comentario sobre varias obras de Mario Vargas Llosa, es decir, una "cata literaria".

      La sensación que me ha dejado asistir ha sido muy agradable, he conocido a Isabel Blanco Ollero, a la que espero ver pronto y a otras personas para las que como a mí, el Hotel F y G ha sido un oasis de cultura y de buen gusto en este entorno de tedio primaveral.

martes, 11 de enero de 2011

La muerte repentina



El año nuevo ha tenido para mí un comienzo seco, abrupto. la Navidad terminó de repente, hace ya unos días a bordo del bus 10 cuando se sentó a mi lado Carlos y le solté eso de ¡feliz año! ¿Que tal las fiestas? y en vez de contestarme, bien.... con la familia... ya se sabe. va y me suelta un contundente, "Mal, mi madre ha muerto el día 30".
    El hombre evitó mi mirada, volvió la suya hacia arriba, mucho más allá del techo del autobús y mientras tanto, a mi se me hizo un nudo en la garganta  y todos los polvorones, alfajores e incluso los roscos de vino de mi suegra, ingeridos durante estos días, pujaron por unos momentos por salir por el lugar por donde entraron.

    Durante el trayecto, y mientras Carlos me comentaba el proceso de duelo por el que tanto él como su familia estaban pasando, que supongo que no se diferenciaba mucho del que sufren la mayor parte de las personas y del que algún día sufriré yo mismo, mi mente viajó hacia esa patria de todo hombre que es la infancia y hacia mis primeras ideas en cuanto a la muerte, que surgieron en torno a algo, por aquel entonces difuso y terrible denominado "muerte repentina"

    No me acuerdo de mi edad, pero si de que los mayores hablaban en torno a la mesa de formica de la cocina y lo hacian en voz baja, llegando hasta mi palabras que me parecian muy inquietantes y de las que deduje que el tio Arsenio habia fallecido por algo que denominaban "muerte repentina" Así que comencé a preguntar insistentemente que era aquello, y las respuestas no me sacaron de la duda, "son cosas de mayores", "sal de la cocina y vete a jugar"....

    Por fin la abuela Pilar que era la que más lloraba de todos, me dijo: "Pues que va a se hijo, que te mueres de repente y ya está" Respuesta que me dejó perplejo y que trastornó en mucho aquellos dias de mi niñez. Porque cómo iba uno a morirse así sin más, sin tos, sin gripe, sin nada...no era posible, no.

    Luego me pareció oir "pidió un vaso de agua, y no le dió tiempo ni a tomarlo, murió", así que durante un tiempo renuncié a pedir vasos de agua, porque con la muerte repentina nunca se sabía....

    Hoy a los niños les explicamos todo mucho más, pero hay cosas que ni de mayores entendemos, el caso es que mis fiestas de Navidad terminaron así, preguntándome como es posible que mientras uno come turrón y canta villacicos, unos metros más allá, alguien con quien trabajas todos los dias  vive quizá el momento más doloroso de su vida...sin existir la más mínima comunicación, cada uno encerrado en su pequeño mundo...

    Y mientras mi preguntra busca respuesta, quizá me siento como aquel niño que fui,  que tampoco la encontraba. La diferencia es que en el fondo...yo ya no la espero.




   

domingo, 2 de enero de 2011

Inicio de año

Hoy día 2, ha comenzado 2011 para mí. Ayer no me dió tiempo porque ya se sabe... el sueño, la familia... incluso el trabajo... que la salud es un bien precario y como deje de serlo se me fastidia el pan de los hijos.
   Pero bueno, más vale tarde que nunca, y hoy he comenzado a poner en práctica alguno de mis buenos propósitos para este nuevo tiempo.
    Así pues, me he enfundado mi chandal nuevo, un hábito en tonos discretos que además de estilizar mi figura hace pasar mi imagen más desapercibida en el vecindario y me he lanzado calle Fuenmayor arriba en pos de rebajar mis 90 kilos, de endurecer mis carnes y de una vida mejor, que como ideas para poner en práctica en un día como hoy, creo que no están nada mal.
    En menos de 10 minutos me he plantado a la altura del Parque Municipal de Jardinería, sin castigarme demasiado....que hay más días que ollas, y con unas sensaciones bastante agradables, con lo que después de llevar unos 40 años sin hacer algo semejante, me parece haber conseguido un objetivo nada desdeñable.
    Al lado de esto, otros propósitos como leerme las obras completas de Murakami me parecen la mar de sencillos, tengo 363 días para ello, Dios mediante, claro.

martes, 19 de octubre de 2010

A cerca de la felicidad

Sobre la felicidad se ha escrito mucho a lo largo de la historia e incluso a lo largo de la histeria.
      Entre las cualidades  que según diferentes autores, se le pueden atribuir a tan escurridizo concepto se encuentra aquello de que sólo se sabe lo que es cuando no se tiene,  o la idea de que se encuentra en las pequeñas cosas.
 Fuera de estos lugares comunes, se ha opinado de todo, y es en los libros de autoayuda desde donde últimamente se describe el camino para llegar a tan ansiada meta.
      Así los kioscos y las tiendas de libros de estaciones y aeropuertos se han llenado de este tipo de literatura,  y los dioses que llegan montados en harleys, los monjes que venden los ferraris, los caballeros de las armaduras oxidadas e incluso los quesos que no se sabe quien comió, han acompañado los viajes y la vida de gran número de lectores en detrimento de las clásicas obras de filósofos y líderes religiosos que ofrecían vías más trabajosas y complejas a la felicidad.
      Así la escritora de Corea del Sur, (en la otra Corea la felicidad ni se la plantean, primero es comer), Choi Yoon Hee que llegó a escribir más de 20 libros sobre equilibrio espiritual, esperanzas y felicidad, alcanzó gran fama fuera y dentro de su país.
      Pues bien, esta autora, a los 63 años, edad cada vez más lejana de la jubilación, ha decidido poner fin a su equilibrio espiritual, a su esperanza y a su felicidad, y se ha ahorcado en un hotel, junto a su marido, eso sí, que el matrimonio es para siempre.
      A todas luces, este final es injusto, para la finada, para el pobre marido, y para los millones de lectores de Choi Yoon Hee.
      Si antes de colgarse hubiera releído sus 20 libros, quízá no hubiera tomado la decisión de poner fin a sus días, o quizá fue esa lectura lo que provocó tan drástico final, núnca lo sabremos.
      Yo, por mi parte, he decidido regalar las obras completas de la autora a varios conocidos, pues uno de los camino a la felicidad es procurar que las personas que nos interesan sean felices, lo que ellos hagan tras leer las obras ya es cosa suya, pero por si acaso mejor será que no las lean en la habitación de ningún hotel.

 

lunes, 11 de octubre de 2010

Club de lectura

Desde el Parque de los enamorados se deja ver la lluvia inclemente que cae sobre Logroño, una tarde gris y perfecta para dedicarla a la lectura.
Leer suele ser un vicio solitario, pero no siembre es así, y como tantas cossas, una lectura compartida sabe mejor, así que hoy me he iniciado como miembro de un club, no es el Club Dante, no teman, ni ese club del que Groucho opinaba "I don't care to belong to a club that accepts people like me as members".
Se trata del Club de lectura de la Universidad Popular de Logroño, un grupo de personas que disfrutan de la literatura y que se reunen semanalmente para compartir lo que les atrae de ese inagotable y fascinante mundo.
El caso es que, para desgracia de sus miembros, he tenido la suerte de ser admitido en sus reuniones, a las que espero acudir con asiduidad e incluso con alevosía, lo de la nocturnidad ya lo tengo más dificil...
Interesantes las opiniones sobre el Premio Nobel a Vargas LLosa, que todos hemos celebrado y sobre la lista de los 22 jovenes autores españoles más destacados que publica Granta.
En el caso de la lista, las opiniones han estado divididas, pero parece imponerse la impresión de que se trata más de una operación de marketing, que de otra cosa, de todas formas el tiempo dará o no la razón a Granta.
El primer libro para comentar será "El mundo" de Juan José Millás, que he tenido la suerte de no haber leído, y de así poder leer por primera vez... A si que ya hablaremos.
Por cierto, si alguien lo conoce, ¿que opinión tenéis sobre esta obra?

domingo, 19 de septiembre de 2010

Los días huidos

Se van los días, primero se nos van de nuestro calendario personal, luego poco a poco, de nuestra memoria. Quedan fragmentos, imágenes, sonidos, sensaciones de lo que nos ha dado tiempo a vivir.

A muchos nos queda el recuerdo de José Antonio Labordeta, de su obra, que fue un canto a la libertad y de la que en el dia de su adiós rescato un pequeño poema.




Días huidos

Los alumnos me saludan
con la dulce nostalgia
de los días huidos
y,con melancolía,
me recitan ,en los largos pasillos,
los versos de Vallejo cuando era domingo
en las claras orejas de su burro.
Luego cantamos canciones de despedida
y se van como la lenta tarde de este sabado
lleno de sol y de infinitos rostros nublados
de aquellos muchachos y muchachas
que se amontonan lentos
en el fulgor impertinente de toda la memoria
inacabada.