domingo, 19 de septiembre de 2010

Los días huidos

Se van los días, primero se nos van de nuestro calendario personal, luego poco a poco, de nuestra memoria. Quedan fragmentos, imágenes, sonidos, sensaciones de lo que nos ha dado tiempo a vivir.

A muchos nos queda el recuerdo de José Antonio Labordeta, de su obra, que fue un canto a la libertad y de la que en el dia de su adiós rescato un pequeño poema.




Días huidos

Los alumnos me saludan
con la dulce nostalgia
de los días huidos
y,con melancolía,
me recitan ,en los largos pasillos,
los versos de Vallejo cuando era domingo
en las claras orejas de su burro.
Luego cantamos canciones de despedida
y se van como la lenta tarde de este sabado
lleno de sol y de infinitos rostros nublados
de aquellos muchachos y muchachas
que se amontonan lentos
en el fulgor impertinente de toda la memoria
inacabada.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Una aparición

Voy a realizar una confesión, o como cada vez se oye más, voy a dar una exclusiva, aunque tratándose de lo que se trata, creo yo que lo de la confesión va como más a tono.

Hace unos días Manuel señalándome una galleta que estaba a punto de comerse me dijo "A Virgen", que traducido de su idioma, o del gallego, viene a ser "La virgen". Me lo repitió un par de veces y me quedé impresionado, porque si no hubiera sido un bebé, quizá es que quería decir que la galleta en cuestión estaba la virgen de buena, pero claro está, mi Manuel no utiliza aún ese tipo de expresiones.

Así que deduje que efectivamente estaba viendo la imagen de Nuestra Señora, en tan inusual objeto, no tratándose de los ya manidos, caminos, peñas, cuevas, encinas y demás hornacinas que la naturaleza ofrece para sustentar las apariciones marianas.

Una vez que me hice a la idea de que la elección de este soporte podía ser un símbolo de la modernidad de nuestros días, y reuniendo todo mi valor, decidí comentarle lo ocurrido a mi suegra, que para mi perplejidad argumentó que era muy posible que fuera una aparición, que  a una vecina suya, digna de todo crédito, y mientras cortaba patatas, se le apareció el Señor Jesucristo en una de la rodajas.

Luego he ido recordando otros  eventos parecidos, algunos de hace ya años, como cuando a un confiado ciudadano que cortaba jamón se la apareció la cara de Javier Pérez de Cuéllar, el que fue Secretario General de las Naciones Unidas, en una de las lonchas, es decir que también se dan las apariciones profanas.

A todo esto, la galleta en cuestión era María, por supuesto, y en un descuido Manuel se la comió en una especie de primera comunión anticipada... Si es que pasa cada cosa.